"Las mujeres nacemos en una sociedad que tiene un discurso sobre nuestro papel; y nosotras mismas, en la forma de pensarnos, en la construcción de nuestra propia imagen, de nuestra autoconcepción, utilizamos los elementos y categorías de la cultura: nuestra conciencia ya está habitada por el discurso social. Para que la maternidad sea verdaderamente voluntaria hay que dejar de considerarla como destino, vocación, misión, y comenzar a verla como un trabajo de amor que, para ejercerse a plenitud, requiere de algo previo: el deseo. La maternidad voluntaria, como inspiración ética que funda un sujeto responsable de sí mismo, es un requerimiento democrático que desmitifica tener hijos como un hecho ‘natural’ o un regalo del cielo, y lo plantea como una elección, un hecho amoroso que requiere deseo, compromiso y trabajo.
La posibilidad de vivir de otra manera, de construir otro tipo de sociedad, se basa también en la forma en que nos reproducimos. Dar otro valor social al proceso de tener y criar hijos supone construir relaciones sociales poniendo por delante valores alternativos a la propiedad privada de los hijos y defendiendo la primacía de la construcción de los seres humanos. Asumir el papel de madre, y también el de padre, exige responsabilidad y coherencia."
-Martha Lamas.
Del compilado "Política y Reproducción: Aborto, la frontera del derecho a decidir."